Se trasladó siendo muy joven a Santiago de Compostela, donde fue discípula del pintor Fenollera en la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Posteriormente, en este centro ejercería la docencia como profesora de dibujo y pintura, lo que le sirvió para obtener la Medalla de Alfonso X El Sabio. Las influencias de su maestro están presentes en su obra, sobre todo en el uso de una paleta reducida basada en tonos ocres y grises. Sin embargo, utilizó esquemas compositivos propios del impresionismo y del modernismo, con espacios fuertemente acotados, descentralizaciones, asimetrías y puntos de fuga altos y próximos al espectador, tomados de la fotografía.
A partir de 1890 se observa en sus obras el influjo de Sotomayor: abandona la restricción de grises y tierras, y gana en riqueza cromática. Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1906, donde obtuvo una mención honorífica con la obra La clase de pintura, pieza de género claramente femenino, donde retoma la influencia cromática de Fenollera.
Muchos historiadores coinciden en que su obra maestra es La cena del campanero (1923), una escena de costumbres nocturna, con un cierto luminismo sorollesco, e inspirada en la obra Los jugadores de naipes de Gerrit Van Honthorst, conocido con el nombre de Gerardo della Notte. Elvira Santiso conocía esta obra porque el Museo del Prado la tenía prestada en depósito a la Sociedad Económica de Amigos del País de Santiago de Compostela. Estas características determinarán su obra posterior, que seguirá por el camino del costumbrismo. Después de la guerra continuó pintando, pero con menor calidad, puesto que una enfermedad afectaba su pincelada. Murió en Santiago de Compostela en 1961.